¿Por qué son tantas las personas que aún creen que necesitan
que llegue esa “persona especial” a sus vidas, para ser felices, completos,
para vivir en total plenitud?, ¿porque en ocasiones llega esa persona y nos
cambia de tal forma que transforma nuestro mundo en algo completamente nuevo y
por qué en muchas otras ocasiones llega, pasa y se va, y no es hasta que se
fue, que notamos lo bueno que era en nuestras vidas, pero cuando lo tuvimos
cerca no pudimos darnos cuenta de su importancia?, sin duda hay muchos factores
a considerar, pero yo creo que algo que se puede aplicar a ambos casos es que
tan antagónico sea esa persona en nuestras vidas.
Todos sabemos que los polos opuestos se atraen, eso pasa
tanto en la naturaleza como en las personalidades, y en el caso de las personas
esto se debe a la forma en que una personalidad puede llegar a complementar a
otra, de manera positiva o simplemente obligándola, hace que la otra persona entre
en contacto con su polo opuesto y esto a veces lleva a una situación de
equilibrio, no es tanto que esa persona que es completamente diferente a
nosotros sea tan alucinante o tan irresistible, es más bien que
subconsciente-mente notamos que a su lado entraremos en contacto con aquella
parte que nos falta y por consiguiente aprenderemos aquello que es desconocido
en nuestros mundos interiores o simplemente aquello que necesitamos para
encontrar un equilibrio.
Lo más natural psicológicamente hablando sería, buscar a una
persona con nuestros mismos gustos, nuestras mismas metas, con una manera muy
similar a nosotros en la mayor parte de los sentidos, pero esta persona no será
obviamente capaz de ponernos frente a nuestro polo opuesto, por consiguiente esta
relación no apoyaría a nuestro equilibrio interno, “solamente cuando una
persona  ha encontrado la manera de estar
en balance, puede ser feliz sin la necesidad de estar con nadie, o al mismo
tiempo con cualquiera”, es por eso que siempre insisto en la importancia de
encontrar paz con uno mismo en la soledad, pues estoy convencida de que no hay
mejor relación, que aquella que se tiene con uno mismo en verdadera intimidad,
en el silencio total, pues es cuando se llega a la comprensión de quienes somos
de verdad, es de ahí de donde nace el equilibrio verdadero y duradero, pues
viene de nosotros mismos y no de una persona que puede irse y voltear nuestro
mundo de cabeza al cerrar la puerta cuando se va.
Es por esto que insisto en afirmar, el mejor estado del ser
humano no es estar enamorado, es estar en equilibrio, pues cuando estamos en
equilibrio no necesitamos nada ni a nadie, y podemos disfrutar más y mejor de
todo lo que nos rodea, dejamos de pretender y adjudicarle a los demás la tarea
de convertirse en nuestra felicidad, porque hemos comprendido que somos nuestra
propia fuente de felicidad infinita y que estar con alguien debe ser solo
motivo de que nos gusta su compañía, pero nunca por necesidad y mucho menos por
el sentimiento rastrero de que no podemos vivir sin él.
Encontrar el equilibrio es pues la mejor manera también de
encontrar el amor, el amor a nosotros mismos y el amor con los demás, pues
seremos capaces de apreciarles en toda su extensión de personalidad sin la
necesidad de que nos complementen, sin la obsesión de que cambien esto o
aquello, seremos capaces de aceptarlos tal cual, porque hemos podido hacerlo
primeramente con nosotros mismos.