¿Crees en el destino?

Cuenta una antigua leyenda oriental que las personas destinadas a conocerse tienen un hilo rojo atado que los une. Este hilo nunca desaparece y permanece constantemente atado. Invisible al ojo humano es resistente, capaz de soportar cualquier giro o nudo a pesar del tiempo y la distancia. No importa lo que tardes en conocer a esa persona, ni importa el tiempo que pases sin verla o que viva al otro lado del mundo. Ningún obstáculo podrá romperlo.

El hilo será tan grande como el infinito y mantendrá a esas dos personas unidas para siempre. Este hilo está con nosotros desde que nacemos y nos acompañará más o menos tenso o enredado a lo largo de toda nuestra vida. Si os gusta la cultura japonesa habréis visto en algún anime o leído en algún manga alguna referencia a este hilo rojo.

Según esta leyenda, todos nacemos predestinados para conocer a la persona que será nuestra compañera y no es casualidad que nuestros amigos sean nuestros amigos y que las relaciones fracasadas son un trámite hasta conocer a nuestra persona elegida.

Esta creencia es seguida tanto en Japón como en China y es un pensamiento similar a la creencia del alma gemela. En China se cree que el hilo está alrededor del tobillo. En la teoría japonesa el hilo rojo está atado a nuestro dedo meñique y la elección de este dedo no es casual, es porque está conectado directamente al corazón por la arteria ulnar.

Da igual donde esté atado. Todas las historias coinciden en que por más que tratemos de huir es imposible porque si estamos unidos, la fuerza del destino moverá cielo y tierra para que terminemos encontrándonos a lo largo del camino.

El origen de esta tradición no está claro pero durante el período Edo las mujeres se amputaban el dedo meñique como acto de amor hacia sus amados y a esto se le consideraba un gesto de fidelidad y lealtad.También era algo muy parecido a lo que hacían en la Yakuza, la mafia japonesa, para disculparse y manifestar su lealtad al jefe cuando comenten un acto de traición.

Durante la época samurai, también era un gran acto. La amputación de este dedo suponía no poder manejar la espada. La katana para un guerrero era su vida. De esta manera se consideraba una gran penitencia el amputarse un meñique. Hay varias leyendas populares, respecto a este hilo invisible.