Con tal nombre Pedro no pudo más que pensar que había encontrado a la mujer de sus sueños, una mujer que lo consolaría por todo lo que había sufrido en la vida. Pasaron las horas, los días, las semanas y los meses y al final Pedro y Consuelo se casaron.
El infierno en la tierra
Pasados dos meses desde su matrimonio, Consuelo no tenía más que quejas hacia él, todo lo que hacía estaba mal hecho o era insuficiente para ella, además aunque él trabajaba como fontanero la verdad es que su sueldo no era el mejor del mundo. Quejas por aquí y quejas por allá, cada minuto que Pedro pasaba con Consuelo parecían ser eternos.
Por si fuera poco llego un momento en el que Consuelo comenzó a pensar que Pedro tena una aventura. Y aunque para nada era cierto, ella decidió tomarse la justicia por su mano y comenzar una aventura ella. Un día él llegó a casa y encontró a Consuelo charlando con un hombre que parecía un Dios griego. Pedro saludó y preguntó quién era aquel caballero y fue entonces cuando Consuelo le dijo que aquel hombre era el que sería su futuro nuevo esposo.
Pasado el divorcio
Lo cierto es que Pedro estaba en un 90% destrozado por el hecho de que Consuelo lo había dejado por un hombre que, sin duda alguna, era mucho más atractivo y con un mejor empleo que el suyo y en un 10% feliz de haberse quitado a semejante mujer de encima.
Pero a pesar de esto, decidió seguir a delante con su vida. Lo único que hacía era dormir, levantarse, desayunar, trabajar, trabajar, trabajar, cenar y dormir otra vez. Así día tras día pues tampoco es que tuviera demasiados amigos.
La llamada
Mientras estaba en el trabajo llegó una llamada desde una empresa. La atendió y al otro lado escucho la dulce voz de una chica que se presentó como Luisa y que preguntaba si había alguien que pudiera ir a revisar un problema en el baño de caballeros de su empresa. Pedro contestó que ya estaban para cerrar, a lo que la chica respondió que si no podían hacer una excepción. Él lo pensó y, ya que no tenía nada mejor que hacer, aceptó ir a revisar el problema.
Una vez allí, preguntó por Luisa y se la presentaron. En ese momento él quedó maravillado por la belleza de ella. Lo cierto es que en lo que Pedro arreglaba el problema en el servicio de caballeros Luisa no se despegó ni un momento de él y estuvieron charlando todo el tiempo. Tan bien le cayó Pedro a Luisa que ella le dijo que, ya que había terminado su turno también, si quería que salieran a tomar algo. Aunque no entendía como una chica tan maravillosa le podía invitar a salir, no se lo pensó dos veces y aceptó
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