Javier se encontraba una tarde, cuando tenía 16 años hablando con su madre sobre la vida, la reencarnación… una conversación distendida. Llegado un momento, entre risas le dijo a su madre “¿Sabes? Estoy bastante seguro de que recuerdo mi vida pasada”. Pero a ella no le hizo gracia. Cuando le preguntó por qué se había puesto seria ella comenzó a decirle a su hijo cómo había sido esa vida pasada de la que hablaba.
La  madre le contó que era el hijo de una familia pobre que su cuna fue un cajón grande y que su madre era una mujer alta, huesuda, siempre con un moño y un vestido largo. Parecía que hablaba por su boca, reproduciendo todas las imágenes que el hijo tenía en mente.
Atónito, el chico le preguntó cómo era posible que supiera eso, a lo que su madre respondió: “porque ya me lo habías contado antes. De bebé, cuando empezaste a hablar me lo decías muchas veces. Lo peor fue cuando un día vine a jugar contigo, y me dijiste que tu otra madre estaba detrás de mí”.